martes, 24 de febrero de 2015

Lilith Lorraine: Visionaria de mundos ultravioletas (Sergio Fritz Roa).




Fue gracias a esa antología de lujo llamada "El libro de lo insólito", que fuera realizada por Emiliano González y Beatriz Álvarez,y que editara el Fondo de Cultura Económica(México D.F., 2a. Edición, 1994), donde leí por primera vez a Lilith Lorraine. De inmediato sus poemas me asombraron. Hallé en ellos una sensibilidad notable, unida a un despliegue de visiones de otros mundos, solo comparable a lo mejor de la poesía de Lovecraft y quizá más próxima a la de Clark Ashton Smith. No por nada será este último quien la reconocerá como una grande de las letras, señalando: "She adds a new dimension to fantasy, a nuance of ultra-violet to the spectrum of poetry" ("Ella agrega una nueva dimensión a la fantasía, un matiz ultra-violeta al espectro de la poesía"). De ello, no cabe duda alguna. Lorraine en gratitud a su Maestro escribirá un notable poema llamado "The Cup Bearer".

Su nombre civil era Mary Maude Wright y nació en 1894 en Corpus Christi, Texas, Estados Unidos. Será la fecha de su nacimiento un periodo de grandes cambios en el mundo. Posiblemente por ello simpatizará con los nuevos movimientos de masas, como el socialismo y el feminismo. Ocupará como pseudónimo el nombre de la misteriosa mujer de Adán, que los kabbalistas han mencionado en sus escritos, y que correspondería más bien a un ser de luz que a uno corporal.

Lorraine fue muy activa dentro del mundo de la literatura pulp. Sus poesías y relatos serán incluidos en revistas de aficionados, como "Nekromanticon", "Amazing Stories" (que con el tiempo devendrá en una publicación importante) y "Thrilling Wonder", por mencionar algunas.En 1940 funda una asociación poética internacional que buscaba hallar nuevos talentos literarios y apoyarlos, con un nombre que evoca a Arthur Machen, otra de sus influencias: Avalon.

Sus poemas nos hablan de una América fantasmal, del Yuggoth lovecraftiano, de amazonas y de vinos malditos. Fantasía y erotismo son dos de sus cualidades.

Escribió solo una novela:"The Brain of the Planet". Todos sus otros libros son de poemas, destacándose entre ellos "The Lost Word", "Wine of Wonder" y "Light from Other Stars". August Derleth incluyó algunas de sus poesías en la antología "Fire and Sleet and Candlelight".

Murió en 1967 y en el mundo hispanoparlante (a pesar de haber vivido un tiempo en México, y a pesar del esfuero de González y Álvarez; como del mío, que en 2003 la incluí dentro de un sitio web dedicado a Clark Ashton Smith) aun es desconocida. 

Nathicana: ¿el poema más enigmático de Lovecraft? (Sergio Fritz Roa)



1.- Breve introducción
Asombrará a la mentalidad moderna, tan habituada y saturada del culto al sexo, no hallar casi ningún rastro de erotismo (1) en la cantidad inmensa de prosa y poesía legada a la literatura por H. P. Lovecraft (1890-1937). Ello por cuanto incluso las obras de sus colegas más queridos en el terreno de la ficción (2) contienen abundantes elementos dotados de una sensualidad innegable.

Por esto llama la atención un poema que nos puede mostrar a un otro Lovecraft. Su nombre: Nathicana.

Dicha obra no sólo es curiosa desde esta perspectiva; sino que además por encontrarse escrita en verso libre, estilo que el gentleman de Providence decía detestar. El carácter conservador de nuestro escritor le impedía aceptar una forma literaria que rompía con las reglas poéticas preservadas desde hace mucho tiempo, a la vez que le hacía desconfiar de un “método” que parecía más para personas poco laboriosas que para verdaderos oficiantes de la escritura como él.

Sobre el verso libre, H.P.L. señalaba:
De las varias formas de manifiesta decadencia en el arte poético de la edad presente, nada golpea tan duramente sobre nuestra sensibilidad como la alarmante declinación en aquella regularidad armoniosa del metro, la cual adornó la poesía de nuestro ancestros inmediatos” (3).

¿Cuál es la causa por la que en Nathicana Lovecraft rompiera con sus aceradas ideas y su práctica ritual? No lo sabemos. Pero podemos especular que se debió a una especie de juego literario al cual estaba acostumbrado, y que se manifiesta tanto en su comunicación epistolar como en su faceta literaria. Este aspecto lúdico que contrasta con la fría y pálida figura que los medios han hecho de H.P.L., lo llevaba a dar como lugar de remitente el Desierto de Leng y otras de sus fantásticas creaciones de geografía onírica, a utilizar el apodo del abominable Abdul Alhazred, a incluir a sus amigos en sus relatos o a colaborar en la elaboración de cuentos colectivos.

Nathicana podría ser, por tanto, una broma más de H. P. L… (4)

Sobre la fecha de este poema, podemos conjeturar que se hallaría entre 1916 y 1920. Por otra parte, la extensa y bastante minuciosa bibliografía lovecraftiana de poesía incluida en la página http://www.hplovecraft.com no aporta la fecha de su escrituración.
Sólo tenemos certeza respecto al lugar donde fue publicado originariamente. Sería la revista de fantasía The Vagrant. En sitios web se indica que habría sido publicada en dicha revista durante la primavera de 1927. No obstante, en Lovecraft, una biografía (5) de Sprague de Camp, se señala en la nota respectiva, primavera de 1917; lo cual nos confunde aun más.

El enigma es mayor cuando sabemos que hay quienes creen que dicho poema sería obra no de uno sino de dos autores: H. P. Lovecraft y su amigo Alfred Galpin.

El estilo poético tiene indudables influencias de E. A. Poe como de los románticos europeos. Pero en verdad no sólo el estilo, sino el espíritu. De ello da cuenta la sentencia siguiente: ” El horrible coma llamado vida…”. La muerte es algo deseado. Es el lugar donde la paz es eterna.

Poe, en el poema Para Annie, como en verdad en la casi totalidad de su narrativa fantástica, consigna una idea similar:


¡Alabemos al Eterno!…
el mal ha cesado ya
y la fiebre del “vivir”
ahora vencida está (6) ” .


La vida, para Lovecraft y el autor de El gato negro es, entonces, un coma, una fiebre. Estado anormal y enfermo, propio del ser manifestado.

Uno puede preguntarse si la referencia lovecraftiana a Zais, ¿es una alusión a Die Lehrlinge zu Sais (Los discípulos en Saís) (7) de nuestro apreciado Novalis? Ello es factible, y demostraría lo dicho respecto a la visión romántica, o quizás más precisamente “gnóstica”, de H.P.L.

La alegoría del blanco y rojo es interesante. Nathicana, pálida y hermosa, representa la Poesía, el Bien Supremo. De alguna manera ella incluye la trilogía platónica: Verdad – Bien – Belleza. La vida, por el contrario, es simbolizada por el rojo, color de la sangre. Lo que era sin-existencia en algún momento es alterado por la vida, con su color rojizo, que para el poeta es algo nefasto, pues implica necesariamente un camino hacia la decadencia. Una mutación, y por tanto lo opuesto a lo Ideal, siempre inmutable.

Finalmente, el rojo todo lo cubre. Por ello, el narrador prepara un brebaje para acabar rápidamente con la maldita influencia de la vida… Sólo así volverá la arquetípica Nathicana, “cuya imagen no es posible encontrar en vida”.

2.- La traducción
La única traducción al castellano del presente poema que conocemos es la realizada por Emiliano González e incluida en la antología intitulada El libro de lo insólito (8) .
Del sitio http://www.geocities.com/area51/shire/7473/nathicana.html hemos rescatado este poema, para traducirlo.

Hacemos presente que se han encontrado pequeñas diferencias entre ambos textos (el recogido por el escritor mexicano y la versión internética); por lo cual hemos optado por seguir el orden expuesto en la versión en inglés.

A continuación, nuestra traducción del poema Nathicana.


NATHICANA

Fue en el pálido jardín de Zais,
Los jardines neblinosos de Zais,
Donde florece el nephalot blanco,
El perfumado heraldo de medianoche.
Ahí dormitan los quietos lagos de cristal,
Y arroyos que fluyen sin murmurar,
Los suaves arroyos desde las cavernas de Kathos
Donde germinan los espíritus calmos del ocaso.
Y sobre los lagos y arroyos
Hay puentes de alabastro puro,
Puentes blancos todos tallados hábilmente
Con figuras de hadas y demonios.
Aquí resplandecen soles raros y planetas extraños,
Y extraña es la creciente Banapis
Que se pone más allá de las murallas cubiertas de hiedra
Donde se hace espeso el ocaso del atardecer
Aquí caen los vapores blancos de Yabon;
Y aquí en el remolino de vapores,
Yo vi a la divina Nathicana;
La enguirnaldada, blanca Nathicana;
La de ojos humildes, la de labios rojos Nathicana;
La de voz plateada, la amada Nathicana;
Y siempre fue ella mi amada;
Desde las edades en que el tiempo era no nacido;
Cuando nada nacía, salvo Yabon.
Y aquí habitábamos por siempre
Los niños inocentes de Zais,
En forma queda, en los senderos y las plazoletas
Coronados de blanco con el bendito nephalot.
¡Cómo acostumbrábamos flotar en el ocaso
Sobre prados cubiertos de flores y sobre laderas
Todas blancas con el humilde astalthon;
El humilde pero amado astalthon,
Y soñábamos en un mundo construido de sueños
Sueños que son más rubios que Aidenn;
Sueños luminosos que son más reales que la razón!
Así soñamos y amamos a través de las edades,
Hasta que vino la maldita estación de Dzannin;
La estación maldita por demonios de Dzannin;
Cuando rojos brillaron los soles y planetas,
Y roja brilló la creciente Banapis,
Y rojos cayeron los vapores de Yabon.
Entonces enrojecieron las flores y los arroyos
Y lagos que yacían bajo los puentes,
E incluso el calmo alabastro
Brilló rosado con reflejos misteriosos
Hasta que las esculpidas hadas y demonios
Miraron, rojos, desde detrás de la sombra.
Ahora mi visión enrojecía, y en forma demencial
Yo me forcé por vislumbrar a través de la densa cortina
Y vi a la divina Nathicana;
La pura, siempre pálida Nathicana;
La amada, inmutable Nathicana.
Sin embargo, vórtice sobre vórtice de locura
Nublaron mi laboriosa visión;
Mi maldita, enrojecida visión;
Que construía un mundo nuevo para mi contemplación;
Un mundo nuevo de color rojo y tinieblas,
Un horrible coma llamado vida
Ahora en este coma llamado vida
Yo contemplo los brillantes fantasmas de belleza;
Los fantasmas de falsa belleza
Que ocultan todas las maldades de Dzaninn.
Los veo con ansia infinita,
Tan parecidos a mi amada:
Aunque en sus ojos brilla su maldad;
Su crueldad e impiedad,
Más despiadada que Thaphron y Latgoz,
Doblemente nociva por su disimulo que atrae.
Y sólo en los sueños de medianoche
Aparece la perdida doncella Nathicana,
La pálida, la pura Nathicana
Quien se desvanece en la mirada del soñador.
Una y otra vez yo la busco;
Y en mi lástima recurro a los profundos tragos de Plathotis,
Profundos tragos mezclados en el vino de Astarte
Y fortalecidos con lágrimas de largo llanto.
Y añoro los jardines de Zais;
Los amados, los perdidos jardines de Zais
Donde surge el blanco nephalot,
El flagrante heraldo de medianoche.
El potente último trago estoy preparando;
Un brebaje con el cual los demonios se deleitan;
Un trago con el cual desaparezca el color rojo;
El horrible coma llamado vida.
Pronto, pronto, si no me falla el brebaje,
El rojo y la locura se desvanecerán,
Y en la profundidad tenebrosa habitada por gusanos
Se pudrirán las cadenas que me han sujetado.
Una vez más los jardines de Zais
Resplandecerán blancos en mi visión largamente torturada
Y en medio de los vapores de Yabon
Se levantará la divina Nathicana;
La eterna, restaurada Nathicana;
Cuya imagen no es posible encontrar en vida.

NOTAS:
1.- Otra débil acentuación “erótica” que puede hallarse en la obra lovecraftiana es la canción incluida en su relato La Tumba (Obras escogidas. H. P. Lovecraft. Editorial Acervo, Barcelona, 1966. p. 34). Anotemos que las pocas mujeres que encontramos en los relatos de H. P. L. suelen asociarse al mal y están menguadas de los encantos que las caracterizan en la vida real.
2.- E. A. Poe, Arthur Machen, Clark Ashton Smith y Robert E. Howard, por ejemplo.
3.- Metrical regularity. Artículo publicado en The Conservative (la publicación creada por el genio de Providence), en Julio de 1915. Actualmente incluido en el libro The Conservative. H. P. Lovecraft. Introducción de S. T. Joshi. Necronomicon Press, West Warwick, Rhode Island, 1990. p. 5.
4.- Luego de haber escrito esta introducción encontramos una interesante información que demostraría lo anterior. En el sitiohttp://sprg.ssl.berkeley.edu/~wcoburn/hpl/nathanic.html existe una nota que indica que H.P.L en una carta enviada a su amigo Donald Wandrei, de fecha 2 de Agosto de 1927, señalaba que el presente poema sólo era un juego, cuyo contenido era poco importante. Y así dice que Nathicana es una: “parody on those stylistic excesses which really have no basic meaning”.
5.- Lovecraft, una biografía. L. Sprague de Camp. Valdemar ediciones, Madrid, 1992. Nos referimos a la nota N° 6 al capítulo VIII, p. 384.
6.- El cuervo, Las campanas y otros poemas. Edgar Allan Poe. Editorial de Grandes Autores, Buenos Aires, 1943, p. 113.
7.- Los discípulos en Saís se encuentra incluido en Los románticos alemanes. Hoffmann, Novalis y otros. Centro editor de América Latina, S.A., Buenos Aires, 1968.
8.- El libro de lo insólito. Emiliano González y Beatriz Álvarez Klein. Segunda edición, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1994. El poema se encuentra en pp. 345-348.


Sergio Fritz Roa, por la traducción, notas y comentarios. 2004

Arthur Machen según H.P.Lovecraft (Sergio Fritz)





Lo admito. Una de mis debilidades literarias es Arthur Machen (1863-1947). Su exquisita prosa, la descripción de ambientes donde aun es posible hallar ruinas romanas, la capacidad de hacer presente el verdadero terror, la facilidad en crear diálogos, y la temible concepción de mundo subyacente en sus relatos y novelas, siempre me ha atraído. Tanto, por cierto, como la fantasía exuberante de los mundos creados por Clark Ashton Smith, y el horror cósmico plasmado por H.P.Lovecraft.


No es extraño que estos dos últimos hayan sido fieles seguidores del inglés. En efecto, en los tres autores signados hay una atmósfera semejante, una visión del mal, que pocos han podido captar. Machen la expresa muy bien en “El pueblo blanco”, cuando alguien pregunta acerca del verdadero significado del mal. El texto es tan interesante, que la misma dupla Bergier-Pauwels, en su Retorno de los Brujos, la dio a conocer al público francés, y de paso al hispanoparlante.


                                                 



¿Qué había dicho el genio norteamericano del terror sobre Machen?

En carta a su amigo Robert Bloch (el autor de Psicósis), fechada el 9 de Abril de 1934, Lovecraft anunciaba haber leído un nuevo libro de Machen, intitulado The Green Round. Su comentario es el que sigue:

A bit tame, yet full of the old magic & sense of unreal worlds close to our own. Better give it a once-over” (*1).

Lovecraft, por cierto, tenía libros de Machen. Entre ellos: House of Souls, Hill of Dreams, Shining Pyramid, The Terror, Three Impostors. Digamos que los libros indicados son bastante representativos de la literatura macheniana. Además en la revista fantástica donde HPL escribía, es decir la ahora célebre Weird Tales, se publicaron dos relatos del maestro británico: “The Bowmen” (edición Julio de 1928) y “The Lost Club” (Octubre de 1935).

También el genio de Providence poseía la antología Strange Assembly de John Gawsworth (seudónimo), editada por Unicorn Press, Londres, en 1932.

En el ensayo Supernatural Horror in Literature, H.P.L. dice cosas bastante halagadoras acerca de Machen.

Por ejemplo: “Entre los creadores actuales del miedo cósmico que han alcanzado el más alto nivel artístico son pocos los que pueden compararse con el polifacético Arthur Machen…”.

H.P.L. dedicará en el precitado texto algunas páginas exclusivamente a este autor, lo que demuestra su interés por un escritor que supo unir los terrores antiguos con parajes modernos, dándole a la narración un halo de realidad pocas veces logrado.

La atmósfera urdida en los relatos de Machen, como su concepto del mal, serán tratados en otra oportunidad.

Por cierto, siempre que estas fuerzas no me lo impidan…

NOTAS:
1.- Letters to Robert Bloch. Editado por David E. Schultz y S.T.Joshi. Necronomicon Press. Rhode Island, 1993. p. 48.


2.- Hay traducción en castellano. El horror en la literatura. Alianza editorial, 1984. p. 88. De aquí hemos tomado la traducción, que fue realizada por un notable Francisco Torres Oliver.



©Sergio Fritz Roa. 2003

lunes, 23 de febrero de 2015

“Las brujerías de Aphlar y otras fantasías lovecraftianas” de Duane W. Rimel (Sergio Fritz Roa)




Uno de los mayores goces para un coleccionista de la obra de H.P.Lovecraft y su Círculo (el conjunto de autores que se comunicaron con el genio de Providence y que vieron influida su propia obra por la mitología lovecraftiana o fueron ayudados por H.P.L. en la mejor elaboración de sus ideas) es descubrir un nuevo texto del Maestro, como de sus acólitos. Para aquéllos (para nosotros, debería decir), una carta desconocida de Abuelo (la manera como le gustaba llamarse Lovecraft en su correspondencia), un relato en colaboración donde participó H.P.L., un cuento de un escritor del Círculo, un poema de Lovecraft traducido al español... son verdaderos elementos de deleite.

Y, cuando esta novedad es un libro, repleto de información biográfica, cuentos y poesías de alguien ligado al Horror Numinoso, ¡el coleccionista pensará que halló un cofre repleto con tesoros!

Así me sentí al tener en mis manos “Las brujerías de Aphlar y otras fantasías lovecraftianas”, selección de escritos y poemas de horror de Duane W. Rimel, que mi buen amigo, el experto en Lovecrafiana, Oscar Mariscal realizara para la editora La biblioteca del laberinto (Madrid, 2011, 186 pp).

Del autor, los amantes hispanoamericanos de este tipo de literatura sabíamos muy poco. Además de la poesía y el relato ("Las joyas de Charlotte") que el mismo Oscar Mariscal tradujo en “Sueños de Yith y otras revisiones inéditas de H.P.Lovecraft” (editado por la misma editorial del libro objeto de esta reseña), según mi información sólo habían sido traducidos tres de esas colaboraciones lovecraftianas: “La exhumación”, “El árbol en la colina” y “La hechicería de Aphlar” (todos ellos pueden leerse en la “Biblioteca Lovecraft”, que editara Edaf). Por eso, cuando me enteré que el texto podía comprarse online, no lo dudé. ¡A veces la maldita tarjeta de crédito puede provocar cierta satisfacción! Y aproveché de comprar este texto de Rimel, junto al citado “Sueños de Yith y otras revisiones inéditas de H.P.Lovecraft”, un conjunto de textos lovecraftianos que andaban desperdigados y que con sabio trabajo pudo ordenar el antologador Mariscal. Pero, vamos por parte...

La selección en comento se compone de 19 relatos y 26 poemas, más un pequeño artículo escrito por Duane W. Rimel con Emil Petaja titulado: “Música sobrenatural”, que insinúa interesantes cuestiones respecto a la relación literatura fantástica y música. Además, un excelente prólogo que nos permite conocer lo esencial de Rimel, su relación con Lovecraft, como del material que se ha recopilado. Algunas fotografías y dibujos se han incorporado, haciendo más agradable el libro.

¿Qué podemos decir de Rimel? Que conoció muy joven la obra de Lovecraft, cuando éste aun vivía, y que no vaciló en contactarse con él. Es más, su maestro no dudó en ayudarlo en la revisión de ciertos escritos, como en permitirle usar algunas de sus ideas. Junto a .. fundó el fandom “The Acolyte”, órgano cuyo objeto fue la publicación de literatura lovecraftiana. Aunque tuvo corta vida, es muy recordado por los amantes de los fanzines. La obra de Rimel se inclinó inicialmente por el horror, siendo algunos de sus relatos publicados por la mítica “Weird Tales”; pero, con posterioridad fue dirigida hacia otros campos: las novelas de crímenes (una incluso publicada en español por la célebre editorial Saturnino Calleja), y la literatura erótica (llegando en algunos momentos a lo propiamente pornográfico). En los años 80, quizá por el gran auge que empezó a tener Lovecraft en el mundo, hubo quienes se interesaron en todo lo que oliera a Horror Cósmico, y valorizaron a Rimel. Éste no dudó en volver a la ficción de horror. Escribió algunos cuentos y se hicieron antologías en revistas de fanáticos de Lovecraftiana. Breve éxito, pues murió en 1996.

La obra de Rimel que aquí nos interesa, se refiere en muchas ocasiones a una ciudad inventada por él: Hampdon, lugar decadente, que recuerda al Arkham de Lovecraft. Y también a un libro maldito: “Chronike von Nath”, que sería una especie de “Necronomicon”.

Aunque como escritor Duane Rimel no sea un William Hope Hodgson, un Arthur Machen, un H. P. Lovecraft o un Clark Ashton Smith, sin embargo nos parece bastante aceptable, en esa línea media en que se hallan autores como Frank Belknap Long, Henry Kuttner o Robert Bloch; llegando en ciertos relatos a niveles memorables, como por ejemplo los siguientes:

1) “El desenterrado”. Aquí encontramos la clásica figura del científico-loco, que nos hace pensar de alguna manera en el truculento personaje de “Herbert West: Reanimador” de H.P.L. Es un cuento eficaz y sórdido.

2) “La cámara de metal”. Nos hallamos en un relato de ciencia ficción con ciertos materiales de horror, donde se nos habla de una abducción por extraterrestres, una ciudad en otro mundo, y de seres invisibles pero aterradores. Si pensamos que fue publicado en 1939, cuando nadie hablaba de ese tema que posteriormente causó tanta sensación y que los utólogos llamarían “abducciones” (Lovecraft ya trató el tema extraterrestre, pero no de esta forma), veremos lo adelantado de Rimel.

3) “La música de las esferas”. Esta es una de las obras de Rimel que más me agradó. Su inicio recuerda demasiado a “La cosa en el umbral” (el homicida que dice que al matar a otra persona libró a la humanidad de horrores innominables) y en su contenido toma ciertas ideas del relato lovecraftiano “La música de Erich Zann”. Hay menciones a libros malditos (a la “Chronike von Nath” del alemán Rudolf Yergler; creación de Rimel) , al mismo Lovecraft, etc. Pero a pesar de ser un pastiche lovecraftiano es para mí de los mejores que he leído; comparable en intensidad an “Los perros de Tíndalos” de Frank Belknap Long o “El beso negro” de Robert Bloch y Henry Kuttner. Sus especulaciones sobre la música y el horror, que ya encontramos en el artículo que abre el libro (“Música sobrenatural”), son muy interesantes. Este interés por la música se entiende toda vez que Rimel fue un gran amante del jazz, pasión que le permitió conocer a Francis Towner Laney con quien editará “The Acolyte”, fanzine del cual ya hemos hablado.

4) “Las colinas más allá de Hampdon”. El presente es un escrito de horror, donde encontramos los clásicos componentes de un relato lovecraftiano: hechicería, leyes físicas que se intentan romper, portales mágicos, libros condenados y un hombre que desea contactarse con otros mundos. La elaboración del escrito y la técnica empleada me parecen impecables.

5) “El árbol de la colina”. Es un exquisito relato de imaginación y visiones delirantes, donde el mismo Lovecraft colaboró. Aun cuando estos escritos no sean “El horror de Dunwich” o “La llamada de Cthulhu”, permiten un viaje agradable a esas tierras fantásticas que todo lector de este tipo de literatura anhela.

En esta antología de Rimel no sólo se incluyen sus relatos de horror, sino también otros de fantasía pura, como “La ciudad bajo el mar” o “La princesa de la jungla” que nos recuerdan a Rider Haggard con esa inquietante y bella novela que es “Ella” o al ciclo de John Carter escrito por Edgar Rice Burroughs; y “El último científico”, donde el nuevo Adán es un homúnculo. Hay textos menores como “Josué II: El hombre que conmocionó Corvaillis” (que está dentro de lo policial y el poder de las sectas; otro punto donde Rimel se adelantó), el cual pudo haber sido un buen relato, pero que el autor no desarrolló con la conveniencia deseada; “Norton y yo”, “La historia de Rondo e Ilana”, etc.

Un punto a favor de Rimel es su poesía. Tan difícil como escribir un buen relato de horror lo es la ejecución de este tan poco cultivado arte de crear poemas fantásticos. Son pocos nombres los que sobresalen. Sin duda: Clark Ashton Smith, Lilith Lorraine, Robert E. Howard y el Lovecraft de “Hongos de Yuggoth”. Rimel podría considerarse un legítimo continuador de estos autores, que es capaz de evocar horribles vacíos exteriores y el sentimiento de pequeñez del hombre frente a la inmensidad del universo.

Para finalizar, insto a apoyar iniciativas de editoriales como “La biblioteca del laberinto”, que cansadas de la repetición de los ya conocidos textos de Lovecraft y su Círculo, están tratando de difundir ese aspecto menor (pero, no por ello sin importancia) y aunque tal vez no esté tan bien armado como son los mejores relatos de nuestros autores, sin embargo permiten una mejor comprensión del corpus total lovecraftiano, entregándonos textos que pueden causar auténticos goces estéticos y un escape del monótono mundo moderno. Dos motivos más que suficientes.